miércoles, 23 de enero de 2008

Sobre abismos y besos


A Giorgina que tiene 17 años no le gusta besar hacia arriba. Se le cae la lengua hacia adentro, por la gravedad.

- ¡anda ya!
- Que sí, tía.

No sabe muy bien hacia donde ladear la cabeza. La lengua le suele caer como un plomo y a veces le obtura la tráquea, le parece que se va asfixiar y aguanta poco.

- ¿pero sabes por qué es?
- El médico me ha dicho que el ángulo entre mi cuello y mi mandíbula no puede ser menor de 90º.
- No jodas

Georgina asiente resignada intentando no subir la mandíbula demasiado.

Ha tenido tres novios de un día y todo va bien hasta la despedida.
- ¿me das un beso?
- Claro
Georgina intenta no levantar la cabeza mucho y abre la boca y nota como la lengua se desplaza hacia atrás, pero intenta concentrarse para que se quede quieta. El chico la aprieta hacía sí y le estira del pelo con suavidad, lo ha visto en las pelis y le parece muy pasional. La lengua de Giorgina bloquea la tráquea. La lengua del chico se pierde en un agujero sin obstáculos. Giorgina respira por la nariz tranquilizándose. El chico busca algo que le diga que ahí dentro hay vida. Giorgina se retira.
- bueno ya está. ¿qué tal?
El chico se encoge de hombros.
- ¿y?
- no sé, parece un abismo sin fondo.
- ¿Nos vemos mañana?
- te llamo yo, ¿vale?
- Sí, sí, claro. Pero, oye, que sepas que a mí me ha gustado, por si sirve de algo.
- No, si a mí también. Te llamo, eh.

Giorgina está harta de los besos.

- pues chica, algo tendrás que hacer.
- ¿El qué?
- Mides 1,60. Es difícil que encuentres alguien más pequeño que tú.

Georgina se encoge de hombros. A veces sus besos son un abismo sin fondo, a veces se meten tan dentro que hay dos lenguas obturando la tráquea y a veces la lengua del chico parece un látigo intentando golpear algo que no existe.

A Giorgina le gusta el vecino de su edificio. Nota que la mira diferente.

- ¿Cuánto mide?
- 1,80 más o menos
-crudo
-ya
Pero Giorgina es resolutiva, tiene 17 años y no parece que nada le haga echarse hacia atrás, además no puede.
- oye, ¿te parecería muy raro que te pidiese un beso?
El chico se acerca a ella con una sonrisa.
- espera, que suba dos peldaños de la escalera y entonces nos besamos.
- Bueno.
Giorgina abre la boca y se mete dentro de ese chico. Y su lengua se vuelve elástica, flexible, se puede jugar con ella. El chico resopla creo que le está gustando, así que Giorgina que sabe como es el juego se separa rápido para que haya ganas otro día.
- ¿y?
- ¿y? ¿qué?
- ¿qué tal?
- Genial, no podía ser de otra manera.
- ¿nos vemos mañana?
- Claro.
Giorgina tiene 45 años y su chico aún no sabe porque siempre tiene que buscar un escalón para besarlo, no sabe porque siempre ella se pone arriba, ni porque pierde la noción del tiempo cuando la besa, pero le da igual.
- ¿pero a ti no te importa que sea siempre ella la que.. ?
- la que ¿qué?
- la que mandé, chico, que hay que decírtelo todo.
- No, y no es que mandé, es que es como si te envolviese y a veces es tan bonito
- ¿cómo qué?
- Como un abismo sin fondo
- ¿Y eso es bonito?
- Pues sí.
Su amigo niega con la cabeza y piensa que le dirá a su mujer que se ponga hoy ella arriba a ver si….

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero qué bien escribes linda. Si sigues así habrá que buscar editor para ls entradas del blog.
Me gusta mucho, ya sabes.

enmovimiento dijo...

Georgina es una mujer con suerte...

Anónimo dijo...

No sabemos bien de dónde nos vienen los caprichos. Suerte tiene Giorgina de conocer técnicamente su origen.